LA VENTANA ABIERTA...
Dejas una ventana abierta y las páginas del libro de tu vida corren borrosas arrastradas por el tiempo. Mirarnos al ombligo no es una buena costumbre, es algo que aprendimos en el principio cuando teníamos una eternidad por delante, ahora cada segundo hay que saborearlo y nos inclinamos por dejar nuestras huellas en todo lo que hacemos como testimonios de nuestra férrea voluntad. Tenemos que besar más, abrazar como sí quisiéramos dejar algo de nosotros en ese contacto tan personal, contar nuestros sueños y desvelar nuestras dudas a todos los que se han instalado en nuestro camino. Tenemos que vivir porque ése es el próposito y no hay otro, vivir para hacer constar que formamos parte de un collar infinito cuyo comienzo ya olvidado nos define; entonces y ahora. Sé que con la ventana abierta y éstas páginas borrosas que se desdoblan, no es el momento para apreciarme el ombligo. En estos tiempos debemos enderezar la espina dorsal, esos que podemos, porque cada amanecer es